martes, 20 de marzo de 2007

 

EL PASTEL ENVENENADO

Por Héctor R. González
hector.clik@gmail.com

Gustavo Salas Corchado jugaba futbol, organizaba partidos y dirigía un equipo integrado por sus primos. Su familia y amigos cercanos insisten en la buena salud de la que gozaba el joven trabajador; inclusive, su médico de cabecera, asegura haberlo atendido tan sólo dos veces en su vida. Nadie, ni las autoridades forenses, se explican cómo un pastel pudo provocar la muerte de Gustavo y la intoxicación de 80 personas más.
La tarde del sábado 20 de enero del año 2007, durante la celebración del cumpleaños la cuñada de Gustavo Salas, después de disfrutar un sabroso mole rojo, llegó el turno del postre que horas antes la familia Salas Corchado había comprado en la famosa pastelería morelense “Vivaldi”.
Todos los asistentes a la reunión comieron una porción del postre, excepto el esposo de Nancy y cinco jóvenes que llegaron tarde a la fiesta, momento en el que “la tía envidiosa de la familia” ya había acaparado para ella el resto del “chocoflán” o “pastel imposible” (mitad flan y mitad pastel de chocolate).
El trabajo de Alejandro Salas Díaz, papá de Gustavo, lo obliga a madrugarle diario. El día siguiente a la celebración se despertó, como de costumbre, a las cuatro de la mañana para “preparar lo necesario” y alrededor de las cinco despertó a Gustavo, quien siempre había colaborado en el negocio de su familia.
“Nosotros nos dedicamos a vender alimentos procesados como longaniza, chicharrón, cecina, carnitas, asado de puerco…”, platica don Alejandro.
Esa mañana Gustavo bajó a “echarle la mano a su jefe”, pero le comentó que se sentía mal pues “le dolía la panza” y “tenía ganas de vomitar”, por eso, su papá le sugirió que regresara a la cama a descansar otro rato.
A las seis en punto, don Ale subió al segundo piso de su casa para despertar a su esposa, ya que ella y su hija son las encargadas de vender los productos; sin embargo se sorprendió al escuchar que ella también sentía un malestar físico: “Me contó que amaneció con mucha diarrea y vómito, por eso también le pedí que siguiera acostada hasta que se sintiera mejor”.
Pero cuando dieron las diez de la mañana no sólo su esposa e hijo no habían mejorado, sino que también él sentía los estragos de ingerir un pastel aparentemente echado a perder, pues asegura que sintió las mismas molestias que sus familiares a esa hora.
Los tres, postrados en cama, esperaron a que unas infusiones de hierbabuena pusieran fin a sus malestares… pero eso nunca ocurrió.

Apasionado pambolero, Gustavo administraba junto con su hermano mayor un equipo de futbol donde jugaban todos sus primos. Él se encargaba de generar y repartir las credenciales a los integrantes y de organizar los partidos.
Su papá cuenta que Gustavo “amaba el futbol; lo jugaba, lo veía y lo volvía a ver en las repeticiones de la noche; compraba los periódicos… su único vicio era el futbol… y eso sí, fanático del Cruz Azul hasta la muerte”.
Orgulloso de su hijo, recuerda que en ocasiones cuando despertaba, Gustavo ya había hecho todo el trabajo que tenían que hacer entre los dos, “porque como yo también trabajo de noche, a veces llego muy cansado… él era muy acomedido y se preocupaba por nosotros”. “Yo ya no lo vi”, se lamenta don Alejandro intentando no llorar más: “Me sentía tan mal que me quedé dormido; de repente, entró mi yerno a avisarme que mi hijo no estaba respirando; yo le dije que fuera rápido por el doctor de la esquina, pero cuando llegó, nos dijo que ya no se podía hacer nada porque mi hijo ya había fallecido”.


RESPUESTA DE LAS AUTORIDADES

Tras realizarle a Gustavo una necropsia en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) de la Procuraduría General de Justicia de Morelos, Abimeléc Morales Quiroz, coordinador de los servicios periciales de esa dependencia, indicó que los resultados serían dados a conocer en el transcurso de esa semana, poniendo como fecha límite el fin de semana correspondiente al 27 y 28 de enero; sin embargo, la entrega de los resultados se retraso de manera inexplicable tres semanas más.
Mientras tanto, las autoridades de salud en el Estado alertaron a la población morelense sobre el riesgo de consumir productos elaborados en la reconocida pastelería.
Víctor Manuel Caballero Solano, Secretario de Salud en la entidad, ordenó, como medida precautoria, la suspensión de los trabajos y servicios en el área de repostería de “Vivaldi” mientras la dependencia analizaba si el “chocoflán” era la causa de la intoxicación, pues suponía la presencia de salmonela, estafilococo, e-coli o aflotoxinas en el pastel o en alguno de sus ingredientes.
Caballero Solano canceló la venta de pasteles en las siete sucursales de la pastelería en Morelos y enumeró los productos que incautaron: ocho “pasteles imposibles”; 116 pasteles de diferentes sabores; 547 gelatinas; diez barras de mantequilla de cinco kilos cada una; 80 litros de crema de vaca; 15 litros de concentrado de naranja; cuatro postres de arroz; cuatro empanadas de queso; cuatro empanadas de nuez y 20 trufas de chocolate. Tomaron muestras de algunos ingredientes del “chocoflán”: harina, mantequilla, tres clases diferentes de huevo y muestras del producto.
Todas las muestras tomadas a los productos fueron enviadas a la Secretaría de Salud federal en la Ciudad de México para la realización de los análisis.


LA CAUSA OFICIAL DE LA MUERTE

Luego de tres semanas, en una rueda de prensa, las autoridades periciales de la PGJ confirmaron que la muerte de Gustavo Salas Corchado había sido provocada por una broncoaspiración originada por una intoxicación alimenticia y que la causa de la intoxicación era una sepa de la bacteria conocida como Estafilcoco Dorado.
El informe presentado por la Procuraduría no satisfizo a la familia Salas Corchado, por lo que presentó una denuncia en contra de la empresa “Vivaldi” a la que se sumaron las de las demás personas afectadas, mismas que son atendidas por una fiscalía especializada de la PGJ.
Al enterarse de la versión oficial en torno a la muerte de Gustavo, Martín Saldívar, vecino y médico de cabecera de los Salas Corchado, manifestó su desacuerdo con el protocolo que presentó la instancia gubernamental, ya que desde su punto de vista profesional “[…] le faltó detallar y afinar muchas cosas; el médico que realizó la autopsia tiene que demostrar lo que vio y mediante la autopsia se debe determinar específicamente la causa de la muerte y qué tipo de contaminantes provocaron el acontecimiento”.
Saldívar señaló que el informe presentado por la PGJ establece como causa de la muerte una broncoaspiración derivada de una gastroenteritis, pero “¡una gastroenteritis no llega a provocar una broncoaspiración!”.
Argumentó que a pesar de que Gustavo se encontraba solo en su recámara, “en la habitación de enfrente y en la contigua estaban sus papás y su hermana, respectivamente, y eso él lo sabía”.
Opinó que “una persona que se está asfixiando, patalea, golpea, corre, intenta respirar y no se queda inmóvil sin hacer nada… a menos, que esté inconsciente”.
Los seres humanos tienen reflejos condicionados propios del sentido de supervivencia –dijo- y a Gustavo “lo encontraron acostado de lado, con su brazo derecho extendido por detrás de la cabeza, en una posición relajada”.
Martín Saldivar fue el primer especialista en atender a Gustavo: lo auscultó y no detectó actividad en el corazón ni en los pulmones, así que procedió a aplicarle un masaje cardiaco; volvió a auscultarlo y su situación era la misma. Intentó resucitarlo durante diez minutos, pero Gustavo ya había fallecido. Cabe señalar que en su reporte, indicó que las vías respiratorias de Gustavo estaban despejadas, es decir, nada impedía el libre flujo de aire hacia sus pulmones.
Entre treinta y sesenta minutos después llegó personal del Semefo y mediante preguntas a los testigos intentaron averiguar si habían visto residuos de excremento, orina o vómito en el cuerpo de Gustavo, pero ni los familiares ni su médico particular vieron alguno de estos elementos: “No había nada, ni en el cuerpo del muchacho, ni en su cama, ni en el cuarto”, aclara Saldívar.
Sobre la causa de la intoxicación alimenticia, provocada, según la versión oficial, por una cepa de Estafilococo Dorado, el médico explicó que “los cocos, son bacterias que casi siempre se alojan en las vías respiratorias o en la piel de las personas, pero pocas veces en el aparato digestivo y cuando así lo hacen no provocan demasiadas complicaciones”.
Sin embargo -añadió- “existe un tipo de microorganismos como la salmonela, el cólera o el botulismo que sí pueden provocar la muerte de los afectados”.
Indicó que en particular, “el botulismo es muy peligroso y muy grave si no es identificado a tiempo pues provoca deshidratación y pérdida de sales, situación que posteriormente ocasiona problemas cardiacos; es anaeróbico, es decir, no necesita aire para existir y suele almacenarse en latas de comida”.
Dijo que a pesar de que los productos donde se deposita este microorganismo pueden ser cocidos u horneados (como en el caso de los pasteles), la bacteria sí es eliminada mediante este proceso, “pero el veneno, extremadamente peligroso, permanece en el alimento”.


VIVALDI

El dueño de la empresa “Vivaldi” informó que de toda la gama de pasteles y postres que se producen y comercializan en la pastelería, el “Chocoflán” es el único que lleva en su preparación leche condensada, envasada en latas de aluminio.
Al presentar los resultados de los análisis que la empresa realizó por su cuenta en el laboratorio particular “Difaza” de Cuernavaca, donde se indica que ninguno de los pasteles e ingredientes analizados representa un peligro para la salud de quienes los consumen, el empresario indicó que el “pastel imposible” no corresponde a la línea de pasteles que fabrican, pues “todos son de concurso, excepto el ‘chocoflán’ que es de manufactura ‘casera’ y vendido por sugerencia de una empleada a la que le gustaba mucho ese pastel”.
Añadió que su empresa continuará pagando análisis particulares hasta encontrar qué ocasionó la intoxicación de sus clientes, pues aseguró tampoco confiar en los resultados de la PGJ.
Por su parte, el abogado Horacio López Buenrostro, apoderado legal de la pastelería, comentó que desde hace 25 años “‘Vivaldi’ ha mantenido un prestigio intachable por los procedimientos de pulcritud impuestos por los accionistas, quienes de manera directa se han preocupado siempre por ofrecer productos de calidad y a precios accesibles, pero fundamentalmente con procedimientos de elaboración cuidadosamente analizados”.
Indicó que la imagen de la pastelería que la sociedad morelense percibe a través de los medios representa una tragedia para la misma: “La empresa ha venido operando en puntos de equilibrio muy difíciles, tratando de no caer en las pérdidas de los números rojos que alguna vez nos tocaron, pero ahorita hemos estado en niveles más o menos parejos, hemos salido tablas, pero con esto, nuestra clientela… Ahorita, si van al restaurante, acaso verán una mesa ocupada y espero que no sea sólo la puntilla porque me parecería injusto…”.
Al respecto de la muerte de Gustavo, el abogado López Buenrostro negó categóricamente que esté relacionada con el consumo de sus productos: “El fallecido no es imputable a nosotros, eso es algo que hay que subrayar, la averiguación previa claramente dice que fue una broncoaspiración, es decir se asfixió; lamentablemente, se trata de un individuo que murió y eso nos da pena a todo mundo pero no está conectado con esto; nos la vincularon pero no tiene nada que ver, si no, ya estuviéramos en otra situación”.

CON ESPERANZA

Durante la colocación de una cruz en la tumba de Gustavo, sus familiares informaron que la primera expresión de de los elementos del Servicio Médico Forense (Semefo) que llegaron al lugar de los hechos fue: “Este joven murió envenenado”, luego de que a simple vista “vieron la espuma que le salió por la boca”.
Alejandro, hermano mayor de Gustavo, cuenta que los integrantes del Semefo, al percatarse de la espuma que brotó por la boca de Gustavo, inmediatamente pidieron el apoyo de elementos de Seguridad Pública y a la casa número 6 de la calle Soto y Gama en la colonia Altavista, arribaron “muchas patrullas y los policías nos sacaron del cuarto de Gustavo y de la casa para revisar que no había dejado una carta donde dijera que se había suicidado y para buscar un frasco con veneno, porque los de la Semefo estaban seguros de que estaba envenenado”.
Añadió que el médico Martín Saldivar (primero en llegar a la escena para intentar auxiliar a Gustavo), luego de auscultarlo, manifestó que “tenía todos los síntomas de botulismo y por eso rápido a todos los demás enfermos los llevó a internar; pero cuando llegamos a la clínica, a mi tía le dijeron que su hija en cuatro horas más se iba a morir por el estado en que la vio el doctor… pues ya no reaccionaba, ya no conocía”.
“Si mis papás no fallecieron fue gracias a que despertaron a tiempo, porque unas horas más y ellos seguían, porque también estaban muy graves, pero como tomaron antibióticos fuertes pudieron estar atendiendo lo de mi hermano”, cuenta Alejandro Salas Corchado.
Debido a su inconformidad con el dictamen oficial de la causa de muerte de Gustavo, sus familiares advirtieron que están buscando una prueba que demuestre que el “pastel imposible” estuvo contaminado con la bacteria del botulismo para exhumar a Gustavo, y enviarle alguna parte de su cuerpo a un médico extranjero “que ya nos garantizó que hasta con una muela que le mandemos, entre diez días y tres meses nos dice exactamente de qué murió”.
Apuntaron que el gasto de esa acción ascendería a 200 mil pesos, “pero no importa, nosotros nos organizamos, nos cooperamos entre toda la familia y lo juntamos, pero lo que queremos es que se diga la verdad, no les creemos eso del Estafilococo”.
Añadieron que son muchas las irregularidades que perciben en el trabajo de la PGJ, pues “no ha presentado el dictamen completo de la autopsia; no nos han entregado el análisis de los ingredientes de los pasteles ni de los empleados ni de todos los infectados; no hemos recibido las fotos de la autopsia ni las fotos que le sacaron a Gustavo cuando estaba en la casa… además se tardaron demasiado en presentar los primero resultados y no los realizaron en cualquier laboratorio”.
Así, apuntaron que de no recibir una respuesta y atención satisfactoria por parte de la PGJ, realizarán acciones para presionarlos: “hay mucha gente que nos apoya y que nos ofrece su ayuda, nosotros no vamos a parar hasta encontrar la verdad”.

EL BOTULISMO

El botulismo es una enfermedad provocada por una neurotoxina producida por el bacilo Clostridium botulinum.
La toxina es extremadamente potente, incluso mortal en ínfimas cantidades, pues bloquea la liberación de una sustancia llamada acetilcolina en las terminaciones nerviosas, con lo que paraliza los músculos y puede llevar a la muerte por un paro respiratorio, tal como le sucedió a Gustavo Salas, según los familiares y el médico.
Los síntomas del botulismo pueden aparecer desde seis horas hasta seis días después de haber consumido el alimento contaminado. El período de incubación más común es de 18 a 36 horas.
La persona afectada está despierta y sin fiebre. Los síntomas neurológicos más frecuentes son boca seca, visión doble, dificultad en la visión cercana, dificultad para tragar y para pronunciar las palabras. Suele haber síntomas abdominales previos que acompañan a los neurológicos: náuseas, vómitos, retortijones y diarrea.
El infectado puede presentar debilidad o parálisis de las extremidades, bilateral en el 80 por ciento de los casos, tórax inmóvil, con dificultades para ventilar y estreñimiento.


LAS INDEMNIZACIONES
Para poner fin a este conflicto, el representante legal de la familia Salas Corchado intentó acordar con la empresa “Vivaldi” una indemnización por su responsabilidad en la muerte de Gustavo, misma que ascendía a cinco millones de pesos, pero luego de pláticas entre ambos abogados, redujeron la cantidad a 700 mil pesos.
Alejandro Salas, hermano mayor de Gustavo, dijo estar enterado de que “a otras familias afectadas ya las indemnizaron y a nosotros no nos han dado nada”.
Añadió que tiene conocimiento de dos casos más de muertes provocadas por los pasteles envenenados, “uno es el de un niño de jardín de niños, pero como su mamá no tiene recursos, ni siquiera informó que su hijo se había muerto; otro caso es el de un señor que vivía en Ahuatepec, pero su familia tampoco denunció nada, eso nos afecta porque no hay más pruebas”.

AGENDA PENDIENTE

Son demasiadas las inconsistencias que este caso presenta, muchas de ellas señaladas por los padres y hermanos de Gustavo, quienes después de dos meses de su muerte continúan “sintiendo su ausencia en la casa; nos hace falta”.
Más de 500 personas, entre amigos, familiares, líderes comerciales y del transporte público, que apoyan y respaldan la demanda de los Salas Corchado estaban preparadas para marchar por las calles de Cuernavaca el día 27 de febrero pasado, exigiendo claridad en el caso.
Pero lo anterior no se llevó a cabo, pues según Alejandro Salas Corchado, un día antes “gente de la PGJ se comunicó conmigo para decirme que ya tenían algunos resultados y tuve que cancelar la marcha”.
En esa reunión improvisada, Alejandro recibió las fotografías del levantamiento del cadáver, que desde cinco semanas atrás venía exigiendo: “pero las fotos de la autopsia o más resultados no me dieron, sólo me dijeron que esas todavía estaban ‘abajo’”.
Entre otras cosas, Alejandro dice haber cuestionado a sus interlocutores: “Pregunté si el pastel había provocado la muerte de mi hermano, sí o no, sólo eso quería saber y me dijeron que sí, me aseguraron que sí”.
Aquella marcha fue cancelada, sin embargo, los Salas Corchado insisten en que de no recibir una indemnización justa quedará abierta tanto la posibilidad de realizar marchas y plantones como de exhumar el cuerpo de Gustavo.
Así las cosas, es cuestión de tiempo.

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